Introducción
«La actividad misionera “representa, aún hoy, el máximo desafío para la Iglesia” y “la causa misionera debe ser la primera”», afirma Papa Francisco en la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium. Y agrega: «no podemos más, permanecer tranquilos, en pasiva espera, dentro de nuestras iglesias»: es necesario pasar «… “de una pastoral de simple conservación a una pastoral decididamente misionera”. Esta tarea continúa siendo la fuente de las mayores alegrías para la Iglesia: “Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse” (Lc 15,7)».
El Papa quiere una Iglesia en salida, una Iglesia misionera, con las puertas abiertas, que sepa anunciar a todos la alegría del Evangelio. Una Iglesia que sea un “hospital de campaña” para curar las heridas de la mujer y del hombre de hoy, las heridas en el cuerpo, en el espíritu y en la mente; Francisco impulsa a la Iglesia a salir de las propias seguridades para ir a dialogar con el ser humano, con sus fragilidades y en las periferias existenciales del mundo.
En la óptica de un voluntario de un hospital de campaña, buscaré ahora de hacer una panorámica sobre lo que está ocurriendo en el mundo, deteniéndome sobre los cambios en acto y sobre las crisis que requieren una particular atención de nuestra parte, porque sólo viendo con claridad lo que está en juego, podremos activarnos para cambiar el mal en bien.
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